jueves, 9 de septiembre de 2010

De pequeña, me imaginaba la vida como los cuentos que mi madre, todas las noches, me contaba. Un príncipe azul se iba a enamorar tan perdidamente de mí como yo de él. Nos iríamos en caballo a un castillo y seríamos felices. Pero a medida que vas creciendo te vas dando cuenta que la vida no es como los cuentos de hadas y que los príncipes azules, al final, se acaban volviendo grises.